El
día de Difuntos llevó Don Bosco a todos los muchachos del Oratorio a visitar el
cementerio y a rezar. Les había prometido para la vuelta CASTAÑAS COCIDAS y
había hecho comprar tres grandes sacos.
Pero
Mamá Margarita (que ayudaba en el Oratorio desde hacía unos años) entendió mal
y no hizo cocer más que 3 ó 4 kilos.
José
Buzzetti, un muchacho que ayudaba al Santo, sigue contando la historia:
-
“Hay que decírselo enseguida. Con el alboroto de la vuelta de la hambrienta
tropa, no supe explicarme”.
Don
Bosco tomó en sus manos la pequeña cesta y empezó a repartir castañas con un
gran cucharón. En medio de la barahúnda yo le gritaba:
-
“¡Así no! ¡No hay para todos!”.
Don
Bosco no quería creerlo y dijo:
-
“Yo les he prometido a todos; sigamos mientras haya”.
Siguió
entregando a cada uno.
Yo
miraba nervioso los pocos puñados que quedaban en el fondo del cesto, mientras
la fila se hacía más larga. Alguno más empezó a mirar conmigo. De pronto se
hizo el silencio. Todos quedaron desencajados al ver que el cesto no se vaciaba
nunca… Hubo para todos
Los
muchachos gritaron por primera vez:
¡Don
Bosco es un santo!
Para PENSAR Y COMPARTIR:
-
¿Conocías esta historia? Don Bosco fundó
los Salesianos.
-
Y a diferencia de muchas personas, creía
ciegamente en nosotros, los jóvenes, dedicando su vida a ellos. Tal vez, si
no fuera por él, ni tu ni yo estaríamos aquí ahora.
-
Lo más importante de este suceso, es que
todos seamos conscientes de que podemos hacer el milagro cada día,
compartiendo con los demás, con ayuda, esfuerzo, trabajo.
¡Buenos Días!
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